Mercè López y “Un cóndor en Madrid”: “Yo necesito trabajar desde el conjunto hacia el detalle. Si no tengo claro lo que quiero decir en un libro mis imágenes se construyen sin alma”

Mercè López y “Un cóndor en Madrid”: “Yo necesito trabajar desde el conjunto hacia el detalle. Si no tengo claro lo que quiero decir en un libro mis imágenes se construyen sin alma”

Manu vive a 429 pasos de Adriana. A los dos les gusta jugar, indagar en los siniestros crujidos del desván, evitar a Esteban y descubrir los enigmas de Papi Ángel, el abuelo de Adriana, que desde que murió la abuela está algo desorientado y siente nostalgia de su país. Adri es más valiente, aunque se enfada por cosas absurdas. A Manu a veces le falta el coraje, pero siempre se puede contar con él. Juntos son capaces de cualquier cosa, hasta de llevar Ecuador hasta la habitación de Papi Ángel.

Así nos presenta la Editorial Edelvives “Un cóndor en Madrid”, el XXV Premio Ala Delta 2014. Un texto de Paloma Muiña que ilustra Mercè López. A Mercè ya la conocimos tras su magnífico trabajo en “La casa”. Ahora le preguntamos por su trabajo a la hora de ilustrar esta premiada novela…

¿Cómo surge este proyecto? “Me llamó una editora muy simpática, Llanos de la Torre, proponiéndome una entrega muy rápida para el texto que había ganado el premio Ala Delta. Ella había visto las imágenes de “La casa” y veía claro que mi estilo podía encajar, yo no había trabajado nunca con Edelvives y me encantó la propuesta de estrenarnos con un premio, aunque el tiempo era ajustadísimo para encajarlo entre los otros proyectos que estaba desarrollando, ¡conseguimos terminarlo!”

¿Qué supone el Premio Ala Delta para este título? “Espero que le dará más difusión y hará que llegue a más lectores. Creo que es un premio merecidísimo porque trata temas que están en el día a día de nuestra sociedad: la inmigración de segunda generación, la añoranza, la vejez, diferentes tipos de familias, la amistad infantil. Dicho así parece que hay mucha información pero está todo tratado desde una sutileza maravillosa. Para mis ilustraciones supuso que mis imágenes estuvieran a todo color en una pantalla enorme el día de la presentación de los premios. ¡Y eso impresiona mucho!”

¿Qué es lo que más te gustó de esta historia? “Me encanta la relación entre los personajes. Con esta misma delicadeza con la que trata los temas dentro de la trama, me parece que Paloma transmite a la perfección el carácter infantil, en toda su inocencia y complejidad, a la vez. Siento que los niños piensan y actúan realmente como niños inteligentes y los adultos actúan como adultos. Eso no es tan fácil de encontrar en los libros infantiles, muy a menudo se le ve el plumero al escritor adulto que hay detrás de los personajes niños, sobretodo cuando se trata algo tan delicado como el amor. Paloma vuelve a ser una niña en cada una de sus páginas”.

En “La casa” el rojo jugaba un papel importante. ¿Qué hace en esta el naranja? “El naranja es crucial en este libro porque lo he usado como símbolo de Ecuador. En un momento de la novela, se habla de la línea que divide el mundo y eso me dió la clave para darle sentido a mis ilustraciones. Uso esa línea como un hilo que interactúa con los personajes, para crear el mundo de leyendas, olores y recuerdos que les rodean. Hasta que al abuelo se le rompe con esa desorientación que sufre… Escogí el naranja porque tiene algo del color cálido del sol, de las frutas tropicales y porque me da un contrapunto al azul grisaceo de la ciudad y al negro del abuelo”.

¿Hay algo diferente en las ilustraciones respecto a trabajos anteriores? “He seguido algo de la línea que empecé a trabajar en “La casa” y que es distinto de otros de mis trabajos, dándole a los personajes importancia en su masa compositiva, casi simplificando hasta la “geometrización”. También hay una parte que he trabajado prácticamente sin fondo cuando en la mayoría de mis trabajos tiene mucha importancia la atmósfera”.

¿Con qué técnica están hechas? “Acrílico”.

¿Cómo fue el proceso de elaboración del libro? “Mis procesos acostumbran a ser muy similares. Empiezo leyendo el libro y anotando todas las ideas que se me ocurren en cada secuencia que me gusta. Yo necesito trabajar desde el conjunto hacia el detalle. Si no tengo claro lo que quiero decir en un libro mis imágenes se construyen sin alma. Así que lo siguiente es hacer una lluvia de ideas de lo que me sugiere el libro, de las cosas de las que habla y de lo que se me ocurre que yo podría tratar para aportar algo con mis imágenes. Todo esto por escrito… Entonces lo comparo, veo lo que puedo aprovechar de mis ideas, lo que descarto… Y a menudo en este punto es cuando encuentro LA idea. Aquí es donde encontré el hilo naranja”.

“Luego empiezo a dibujar, primero microbocetos y luego hago un proceso de documentación, por ejemplo en este caso tenía que empaparme del universo de Ecuador, de los rasgos físicos de los ecuatorianos y sus vestimentas para poder darle carácter a mis personajes. La relación con Llanos fue maravillosa en todo momento, desde que iba recibiendo mis bocetos hasta que le mandé las imágenes acabadas.. ¡y hasta ahora!”

¿Es más fácil trabajar con un álbum ilustrado o con un texto como el de “Un cóndor en Madrid”? “Para mí es más fácil una novela como “Un cóndor en Madrid”. Es como si me sintiera menos presionada y acaba ocurriendo que me los tomo de una forma más ligera y los acabo disfrutando mucho. El álbum ilustrado se me presenta como un reto más grande, como las imágenes tienen tanto peso como el texto me parece casi como si fuera yo la que escribe el libro, me encanta trabajar en álbumes pero, a veces lo sufro un poco… Cuando el álbum es totalmente mío me resulta más fácil porque texto e imágenes van evolucionando a la vez, aunque el proceso puede hacerse eterno desde que tengo la primera idea hasta que termino un proyecto”.